martes, 9 de septiembre de 2014

 


Bizenta Mogel Elgezabal  
Bizenta Mogel Elgezabal / E. C.
BIZENTA MOGEL ELGEZABAL FUE LA PRIMERA ESCRITORA VASCA, LA PRIMERA EN TRAER LAS FÁBULAS A LA LITERATURA VASCA Y LA PRIMERA AUTORA DE LA LITERATURA INFANTIL JUVENIL VASCAbal fue la primera escritora vasca, la primera en traer las fábulas a la literatura vasca y la primera autora de la Literatura Infantil Juvenil vasca

Tradujo y adecuó 50 fábulas de Esopo, les escribió moralejas rimadas y un pequeño glosario con los nombres de los animales que aparecen en su libro, con notas etimológicas y traducción al castellano, como se hacía entonces. "Quería instruir deleitando, siguiendo la influencia neoclásica y dar buenos cuentos con los que disfrutar", explica la profesora y filóloga de la Universidad del País Vasco Amaia Álvarez en el artículo 'Un paseo por la literatura infantil y juvenil vasca escrita por mujeres'. En el prólogo de sus 'Ipui onak' (1804), los 'Cuentos buenos', Bizenta Mogel Elgezabal (Azkoitia, 1872-Bilbao, 1854) se disculpa por atreverse a escribir, cosa que "en absoluto" le atañía dada su condición de mujer, ya que por aquel entonces una chica de 22 años que sabía euskera, castellano y latín, hacía traducciones y había leído a Fredo, Esopo y Virgilio no era algo muy habitual. Ayudó el hecho de que su tío de Markina, sacerdote ilustrado y escritor, le educara, a ella y a sus hermanos, desde la muerte de su padre, médico en Azkoitia, que murió joven. Más tarde su marido le dio la oportunidad de publicar su trabajo porque tenía una imprenta que había heredado de su padre, y "cabe destacar que el matrimonio no tuvo descendencia, situación que favoreció su labor de escritora y traductora, ya que si hubiera tenido hijos es posible que no hubiera podido entrar en el mundo de las letras".


     Bizenta Mogel quería llevar las luces de la ilustración a su pueblo, Azkoitia. Así pues, la autora ofrece su obra a los niños y niñas y a los campesinos. Con este trabajo empieza la literatura infantil y juvenil en lengua vasca. Según recoge la Enciclopedia Auñamendi, escribió otras obras, como 'Gabonetaco cantia Bizkaitar guztientzat' (Canción de Navidad para todos los vizcaínos), en 1819, tonada recogida en la antología de Mahn; y tradujo en 1820 la pastoral episcopal con el título de 'Espaiñako Gotzaiburuaren Artzai idazkia' (Carta Pastoral del Primado de las Españas); y colaboró en la corrección de los textos del alavés José Pablo de Ulíbarri Galíndez, archivero-contador de la Anteiglesia de Abando (Bizkaia). Ejerció como profesora en la Sociedad de Amigos del País; se casó con Eugenio Basozabal y murió en Abando en 1854. Habrá voces que digan que Bizenta no escribió mucho o escribió sólo para niños. Sí, es verdad. Pero basta examinar cinco de las historiografías de la literatura vasca (las de Kortazar, Michelena, Mujika, Sarasola, Villasante) para saber que también hay muchos hombres que han escrito muy poco y que, no obstante, se incluyen en el mundo de la literatura. ¿Es suficiente crear una obra para ser escritor? Es otro debate, pero el hecho es que para los hombres, sí. Por ejemplo, el único libro de Pedro de Axular (Urdaz, 1556-Sara, 1664) 'Gero' (Después), un trabajo en prosa que ocupa más de 600 páginas donde habla sobre los peligros y las consecuencias fatales que tiene retrasar y posponer los quehaceres y reconocido a través de los siglos como la obra maestra y cumbre de la literatura vasca, y nadie duda de que fue un gran escritor. Por otra parte, también se considera escritores a muchos autores vascos, varones, que han traducido una obra.
     Pero volvamos a los 'Cuentos buenos' de Bizenta Mogel. En su localidad natal, Azkotia, hay varios concursos de cuentos y entregas de premios a su nombre desde hace años. Al parecer, siempre fue una niña inquieta. Con ocho años le pidió a su tío, el sacerdote Juan Antonio Mogel, que le enseñara latín. Este no quería, pero cuando vio que los verbos se los aprendió de tirón se dio cuenta de que era una niña lista y accedió. Por aquel entonces circulaban por Europa una colección de fábulas. El tío de Bizenta utilizaba estas fábulas para enseñar religión. Bizenta empezó a traducirlas y adecuarlas al lenguaje infantil y al euskera. A modo de ejercicio, las pasaba del dialecto vizcaíno al guipuzcoano. Su intención no era, como en el caso de su tío, enseñar religión con estas fábulas, sino una especie de código para hacer las cosas bien, y reescribió los cuentos para los hijos de los campesinos. La escritora opinaba que las historietas que a ella le habían contado de pequeña no eran muy cultas ni buenas, y quería darle una vuelta a este asunto. En casa de su tío estudió los clásicos, además de francés y filosofía. Tenía muchas ganas de aprender.
     Fue una mujer adelantada a su tiempo. 'Ipui onak' se publicó en 1804. Para entonces, su tío tenía escrito 'Peru Abarka', pero no vería la luz hasta 1881. El libro de Bizenta Mogel tiene dos prólogos, uno dirigido al lector euskaldun. Al final de la publicación hay otro añadido titulado 'Adigarria' (Explicación), donde, con buenas dosis de atrevimiento, explica que estaba más a gusto discutiendo sobre libros en las reuniones de su tío y escribiendo que haciendo los quehaceres propios de una mujer de la época. Se daba perfecta cuenta de que se salía de la norma.

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